Salud mental en el mundo del espectáculo
Todxs lxs que nos queremos dedicar o nos dedicamos al mundo del espectáculo, y sobretodo las personas que nos exponemos a un gran escaparate como es un escenario o una cámara, hemos pasado alguna vez por un momento de inseguridad de algún tipo relacionada con nuestra profesión. La visibilidad sobre la salud mental parece estar viviendo su mejor momento desde hace un par de años, y eso es algo a celebrar. Aún así, ¿es la salud mental y su posible repercusión en el día a día de lxs artistas escénicxs tenida en consideración como debería de ser?
Cultura de la inmediatez
Bailar, cantar, actuar, tocar un instrumento… Todas estas artes, y muchas otras, requieren de gran dedicación, esfuerzo, constancia, tenacidad y paciencia. Parece que hoy en día todo vaya rápido: las relaciones, las noticias, el tiempo, la moda… hasta nuestra comida. Estamos inmersxs en esta cultura de la inmediatez que ensalza lo breve y castiga lo paciente y, honestamente, es un modus operandi al que es fácil acostumbrarse. En 15 minutos podemos tener nuestra comida favorita esperando en nuestra puerta, cada semana tenemos colecciones de moda totalmente nuevas a nuestro alcance, y hasta podemos conocer multitud de gente nueva con un simple “swipe” y sin movernos de la cama… Da la sensación de que, a este ritmo, seamos capaces de vivir hasta tres vidas en el tiempo de una.
No obstante, y muy a nuestro pesar (o no tanto), la realidad no es así. El ser humano, como fruto de la naturaleza que somos, sí, podemos acostumbrarnos fácilmente a esta rapidez (y en algunos aspectos del día a día de la vida es un “life saviour”), pero sería engañarse pretender aplicarlo a todos los aspectos de nuestra existencia. Las cosas, en el fondo, si queremos que salgan bien, requieren de su tiempo, paciencia, cariño, constancia y atención, y sobretodo si esas cosas son de importancia en nuestra vida, como pueden llegar a ser, por ejemplo, las relaciones interpersonales, ya sea de amistad, familiares o amorosas o, por ejemplo también, el aprendizaje y/o mejora de una habilidad, ya sea dibujar, jugar al ajedrez, tocar el violín o, en nuestro caso, bailar.
Salud mental
La mente de las personas que nos dedicamos al mundo de las artes escénicas puede verse afectada por diferentes motivos (como en cualquier otra profesión, desde luego); pero nuestro caso es particularmente especial, ya que nuestro cuerpo es prácticamente nuestra única herramienta de trabajo. Al fin y al cabo, esos motivos por los que nuestra salud mental puede verse afectada, en realidad, parecen al final converger en un mismo punto: la exigencia que nos aplicamos a nosotrxs mismxs.
A veces, pecando de prisa, queremos aprendernos demasiado rápido ese ejercicio, esa coreografía o ese salto espectacular, ¿verdad? Y a veces, incluso, no sólo queremos aprendérnoslo rápido, sino que también queremos que salga perfecto lo antes posible, aunque estemos en la primera semana o mes de haber hecho ese paso por primera vez. Un papel muy importante lo juega también la comparación con lxs demás; en el fondo, esto algo bastante natural y humano, algo casi innato pero que, con descontrol, puede llegar a ser perjudicial. Ya sea porque quizá creas que tu recorrido de aprendizaje tiene una velocidad o evolución inferior a la de otras personas, o tus logros profesionales puedan parecer menos importantes a los de otra gente, o tus aptitudes físicas puedan no parecer tan espectaculares a las de lxs demás… Las comparaciones pueden ser infinitas.
Quizá todo esto pueda parecer algo crudo de comentar y sobre lo que reflexionar; pero, si preguntáramos, muy seguramente a cualquier persona que se dedique o se haya dedicado a las artes escénicas le suene algo de todo esto; por esa misma razón creo que merece la pena hablarlo y arrojar un poco de luz sobre ello. La mente es muy poderosa, todxs lo sabemos. Un ejemplo muy claro de esto podría ser también cuando nos encontramos en reposo por una lesión; en muchas ocasiones, es más difícil sobrellevar el dolor mental (de no poder ensayar o practicar y controlar las ganas de salir a bailar) que el dolor físico en sí.
Somos naturaleza
Volvamos a la reflexión, y que no se nos olvide, de que somos naturaleza. Propongo que pensemos en nosotrxs mismxs como un árbol (por cursi que pueda parecer). Para empezar, ese árbol, antes de ser tan majestuoso y estable como es hoy en día, fue una planta pequeña y sin muchas expectativas; pero que con cariño, paciencia y tiempo creció en lo que es ahora. Con sus diferencias, cada árbol aporta cosas diferentes pero necesarias a su entorno; y todas esas aportaciones son igual de importantes y únicas como las de sus compañerxs.
Animo a que disfrutemos del camino, del apredizaje, de cada clase, con nuestros días buenos y malos, y muy buenos y muy malos. Os animo a valorarnos, a apreciar nuestro cuerpo y mente;a fijarnos en lo que sí que tenemos y no en lo que creemos que nos falta, y utilizar todo eso a nuestro favor. Y por último, también os animo a ser exigentes, y ambiciosxs, sí, pero también benevolentes. Claro que puede que no tengas la misma elasticidad que tiene tu compañerx, o el mismo equilibrio al hacer pirouettes; pero él/ella quizá no tiene tu capacidad de memoria, o de creatividad, o tu presencia en el escenario. Cada persona tenemos aportaciones diferentes que hacer y diversas maneras de poner arte encima de la mesa; y eso, queridx performer, es lo que nos hace únicxs.
En DANCEMOTION, estaremos encantadxs de recibirte y ayudarte con lo que necesites; aconsejarte y darte nuestros mejores consejos. ¡Te esperamos!